Viajando a Marrakech: Guía de 4 días
Marrakech es un torbellino de sensaciones. Desde que pisas la ciudad roja, te ves envuelto en una mezcla embriagadora de aromas, colores, sonidos y texturas que difícilmente se olvidan. En este post te cuento cómo fueron mis 4 días intensos en esta joya marroquí: un recorrido que combina historia, cultura, relajación y una gastronomía de otro mundo.
Día 1: Bienvenida entre callejuelas y sabores exóticos
Riad Dar Cherifa: una joya escondida
Nada mejor que empezar la experiencia alojándote en un riad tradicional. Escogí Riad Dar Cherifa, ubicado en plena medina pero con una paz que contrasta con el bullicio exterior. Un patio interior lleno de luz, decoración artesanal y ese típico té de menta que te hace sentir en casa desde el primer sorbo.
Perderse (literalmente) por los zocos y la plaza Jemaa el-Fna
Desde allí, caminé hasta la mítica Plaza Jemaa el-Fna, el corazón palpitante de Marrakech. Entre encantadores de serpientes, músicos gnawa y puestos de zumo de naranja, te das cuenta de que estás en otro mundo. Me adentré después en los zocos, un laberinto hipnótico de especias, babuchas, lámparas, cerámica y cuero.
Consejo: déjate llevar, regatea con una sonrisa y no vayas con prisa.
Fuente y foto: https://www.barcelo.com/guia-turismo/es/marruecos/marrakech/que-ver/plaza-jemaa-el-fna/
Parque Lalla Hasna: respiro verde frente a la Koutoubia
Después del bullicio, un pequeño oasis: el Parque Lalla Hasna, justo frente a la mezquita Koutoubia. Es ideal para sentarse un rato, ver pasar la vida local y sacar fotos preciosas de la mezquita al atardecer.
Cena en Le Grand Bazar: fusión con estilo
Para cerrar el día, cena en Le Grand Bazar, un restaurante moderno pero con alma marroquí. Platos típicos reinventados, buen ambiente, música en vivo y un interiorismo que mezcla lo tradicional con lo chic. Probé un tajín de cordero con ciruelas que estaba espectacular.
Día 2: Historia, relax y una Marrakech más sofisticada
Medersa Ben Youssef: arte y silencio
Arrancamos temprano en la impresionante Medersa Ben Youssef, una antigua escuela coránica con una arquitectura que corta la respiración. Sus paredes cubiertas de azulejos, madera tallada y caligrafía árabe te transportan siglos atrás. Es un lugar que invita a la contemplación.
Fuente y foto: https://medersabenyoussef.com/
Les Bains d’Orient: un hammam de ensueño
Después del paseo cultural, tocaba mimarse. En Les Bains d’Orient, viví la experiencia del hammam tradicional con exfoliación, masaje con aceite de argán y un trato digno de sultana.
Dardar Rooftop: vistas, cócteles y relax
Para seguir con el mood tranquilo, subí al Dardar Rooftop, una terraza con vistas a la medina y a la Koutoubia. Ambiente chill, buena música, y un té helado con hierbas frescas que revivió cuerpo y alma.
Cena en AZar: el broche de oro
La última noche la reservé para AZar, un restaurante elegante con cocina marroquí de autor, espectáculo de danza del vientre y una ambientación de película.
Fuente y foto: https://www.instagram.com/azarmarrakech/?hl=es
Día 3: Rastros de imperios y sabores entre muros antiguos
Palacio El Badi: el eco de una gloria pasada
La jornada comenzó con una visita al Palacio El Badi, o mejor dicho, a lo que queda de él. Este antiguo palacio fue en su tiempo uno de los más lujosos del mundo islámico. Hoy, sus ruinas siguen transmitiendo el poder que tuvo. Caminar entre sus muros derruidos, con naranjos brotando y cigüeñas anidando en las torres, es como atravesar las páginas de un cuento de Las mil y una noches.
Fuente y foto: https://www.barcelo.com/guia-turismo/es/marruecos/marrakech/que-ver/palacio-el-badi/
Tumbas Saadíes: el descanso eterno de una dinastía
A unos pasos se encuentran las Tumbas Saadíes, otro vestigio del esplendor pasado. Es uno de los rincones más bellos y serenos de Marrakech, con mármol blanco, detalles dorados y jardines perfectamente cuidados. Es increíble pensar que estuvieron olvidadas durante siglos, ocultas tras un muro.
Le Bistro Arabe: encanto y fusión en la medina
Para almorzar, elegí Le Bistro Arabe, un restaurante que combina la cocina tradicional marroquí con toques internacionales, en un entorno elegante y relajado. Un couscous de verduras con cordero y una limonada casera fueron el combo perfecto para reponer fuerzas antes de una tarde tranquila paseando por la medina y buscando algún que otro recuerdo artesanal para llevar a casa.
Fuente y foto : https://www.instagram.com/lebistroarabe/?hl=es
Día 4: Jardines, arte y una despedida inolvidable
Jardín Secreto: paz entre muros ocultos
Comenzar el día en el Jardín Secreto fue una delicia. Este lugar escondido en plena medina es paz, con fuentes, palmeras, arquitectura islámica y una energía que te atrapa. Ideal para pasear sin prisa y respirar la calma que contrasta con el caos del exterior.
Fuente y foto : https://viajesmarruecos.com/blog/jardin-secreto/
Almuerzo en Le Jardin Restaurant: verde sobre verde
La siguiente parada fue el restaurante Le Jardin, otro oasis escondido tras una puerta en la medina. Su patio verde, sus muros color pistacho y su cocina marroquí con un toque moderno lo convierten en uno de mis favoritos.
Jardín Majorelle y Museo Yves Saint Laurent: el broche artístico
Por la tarde, un cambio de ambiente: cogí un taxi hasta la zona nueva de la ciudad para visitar el Jardín Majorelle, uno de los lugares más icónicos de Marrakech. Azul eléctrico, cactus gigantes, fuentes, y ese aire artístico que impregnó el diseñador Yves Saint Laurent, cuyo museo se encuentra justo al lado. Ambos lugares son un must si te gusta el arte, el diseño y la estética cuidada.
Fuente y foto: https://www.museeyslmarrakech.com/en/votre-visite/
Cena en Comptoir Darna: despedida con espectáculo
Para la última noche, no podía faltar una experiencia completa en Comptoir Darna: comida marroquí de alta gama, ambiente sofisticado y un espectáculo de danza del vientre que transforma la cena en una pequeña fiesta de despedida. Sabores intensos, velas encendidas y música envolvente para cerrar el viaje como merece.
Fuente y foto: https://www.instagram.com/comptoirdarna/?hl=es
Día 5: De vuelta a Madrid, con el corazón lleno de Marrakech
Al día siguiente, tocaba hacer las maletas y volver a Madrid. Porque si algo tiene esta ciudad, es que no solo la visitas: te atraviesa, te transforma y se queda contigo.
Si quieres otros post sobre viajes que he ido subiendo, puedes echarle un ojo a este que te comparto sobre Bali.
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